Skip links

Así cambia nuestra noción del tiempo según a qué lo dediquemos

El paso del tiempo ha sido una cuestión que siempre ha excitado la imaginación de científicos y artistas. “Hay algo que siempre me interesó y aún me aterró desde que yo era niño. Ese algo es el problema del tiempo, la perplejidad del tiempo, el infinito remolino del tiempo”, afirmaba Jorge Luis Borges, interesado en física y matemáticas, respondiendo así a una pregunta sobre literatura. En las últimas décadas, el desarrollo de la neurociencia ha impulsado numerosas investigaciones sobre cómo las diferentes experiencias humanas perciben el dulce o atropellado paso de las horas.

“Una primera pregunta de tipo filosófico que siempre me hago es si realmente el tiempo existe o es una invención del cerebro. Los físicos dirán que sí existe, que es una dimensión más. El problema es que los biólogos y los neurocientíficos estamos absolutamente convencidos de que todo lo que sabemos pasa por el filtro de la mente humana. ¿Qué es el tiempo entonces? Definirlo es una cuestión vidriosa, resbaladiza”, dice Ignacio Morgado, catedrático emérito de psicobiología en el Instituto de Neurociencia y la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona. Es una mañana de julio en la que las voces de los niños, en su eterno verano de la infancia, se cuelan por la ventana, al mismo tiempo que un enorme castaño comienza a echar hojas marrones a la acera.

Deja un comentario